Preguntas que vuelven mierda
Cuando la fuente de dopamina reabre heridas heavy
Aunque esté contraíndicado por casi todos los doctores (del mismo estilo del “9 de 10 doctores recomiendan la eutanasia”) que consumir contenido de redes sociales antes de dormir, porque o la luz azul de la pantalla mantiene a tu cerebro alerta o porque el mismo contenido que ves genera dopamina pero también te mantiene activo o un sinfín más de afirmaciones, yo (como todos ustedes, seguro) consumo bastantes reels y tik toks antes de dormir.
Mis algoritmos están alimentados de tal manera que lo único que me muestran son gatos, perros, vídeos chistosos, historias “sacadas” de reddit, tutoriales de funciones de Canva o CapCut y recetas, de modo que me aseguran dopamina pura antes de dormir. Y este consumo de contenido antes de dormir forma parte de mi rutina desde que TikTok llegó a mi vida por allá en 2019.
Generalmente este contenido hace que me cueste dormirme (por la luz azul o porque sigo con la mente activa) pero que la mayoría de los pensamientos se acerquen más hacia lo creativo o lo feliz. Sin embargo, hace un par de días ese sentimiento de felicidad por consumir tiktkos a diestra y siniestra se vió cortado por un solo perfil.
Ustedes dirán Daniel sí es marico, se deja tirar por el piso por un perfil de tiktok que seguramente maneja un tipo tan gordo y peludo como él. Pero es imprescindible ponerlos en contexto y seguramente entenderán por qué termino viendo los tiktoks con una cara parecida a esta
Imagínense que terminan de ver cómo El Rojito hace un clubhouse criminal, después les salen unos vídeos cómicos de perritos y gatitos, siguen unos vídeos de datos curiosos para mantener la racha y luego se consiguen al perfil de Las palabras que nunca dije.
Es un carrusel con tres fotos, en la primera de ellas te encuentras con una imagen de una película, o de un personaje creado por inteligencia artificial notablemente triste (como a de arriba) y la frase “te reto a que respondas la siguiente pregunta sin llorar”. Creo que es evidente que la curiosidad se activará y van a desplazar las imagenes hasta encontrar la pregunta.
Pues así, luego de pasar la foto en la que se ve el libro de Isabelle Miumiu titulado Las palabras que nunca dije con una pluma roja dibujada a mano y el lema “Un viaje hacia la libertad emocional y la sanación a través de la escritura terapéutica” te encuentras al final del carrusel con la pregunta que te explota de coñazo en la cara.
Y no es por sobredimensionar las cosas, pero realmente la primera vez que me encontré con una pregunta de este estilo fue “¿Qué le dirías a tu yo de cinco años”, la segunda que encontré fue “¿Que le dirías a la persona que te hizo más daño?” y un par más que no recuerdo pero sí me dejaron la sensación por más de dos minutos de “mierda, qué no podría decir”.
Es complicado porque seguramente tenemos muchas de esas respuestas en una parte super escondida de nuestro inconsciente por nuestras ocupaciones de adulto. Sin embargo, para mí fue bastante terapeútico contestarlas, incluso al borde de las lágrimas, porque ayudó a hacer las pases con tiempos difíciles.
Yo sé que esas se tratan en terapia y que seguramente ya hubiese cerrado otro sinfín de heridas que no contamos con la suficiente confianza como para contárselas jajajaja. Sin embargo, para no ponerme chimbo viendo tik tok pues decidí dejar de pagar el internet.
Ya fuera de bromas, a veces es raro pero necesario encontrarse con posts de ese estilo para bajarle dos a la dopamina y también dejar de consumir contenido que nos mantenga distraido y nos traiga al “presente” de un coñazo bien hijueputa. Por eso, vayan a terapia, hagan ejercicio, coman sano y eviten ser malas personas porque todo se devuelve.
Cuídense el dulce.





